El título de la obra quiere ser una pista de su punto de partida: un experimento en propia carne para arrancar capa a capa las adherencias que llenan la memoria y esculpen el yo del ahora. Una respuesta a la llamada curiosa –¿ilusa?– que lleva al ser humano a preguntarse quién es. Una autopsia de la duda sobre si existe la singularidad. Quizás un camino menos esperanzado que el que evoca Luis Cernuda cuando dice: “Pero si deshiciste / todo lo en mí prestado / me das así otra vida / y como ser primero/ inocente, estoy solo / con mí mismo y contigo”.